Curiosidades

Las fuerzas de la naturaleza son implacables, su acción transcurre durante millones de años pasando Inadvertida para nosotros. Estamos seguros del suelo que pisamos, pero las marcas que deja la historia nos cuentan que no hay nada seguro.
Con el calentamiento global estamos acostumbrados a hablar sobre el aumento del nivel del mar. Todos conocemos que el derretimiento de los polos puede elevar el nivel del mar unos metros, que serían catastróficos para las actividades del ser humano en las zonas costeras y en algunas islas.
Hay más factores que pueden hacer subir y bajar el nivel del mar en términos geológicos. Los choques entre continentes, la inundación de una nueva cuenca oceánica o la acción de puntos calientes sobre la litosfera. Son procesos más lentos, pero que generan grandes variaciones en el nivel del mar. Se trata de los océanos perdidos, Tetis, el cual dió origen al Mediterráneo, un mar que corrió riesgo de desaparecer.

¿Cómo surgió el Mediterráneo?

Durante el Mesozoico, Tetis unía el océano Índico-Pacífico con el Atlántico, separando Laurasia de Gondwana. Los movimientos tectónicos hicieron que Laurasia se separara en América del Norte y la zona de Eurasia al norte de las cordilleras de los Alpes y el Himalaya, Gondwana por su parte dio lugar a América del Sur, África, India, Australia, Antártida y las zonas de Eurasia al sur de las cordilleras antes mencionadas. Todo este movimiento fue cerrando poco a poco el océano de Tetis, dando lugar a los mares Mediterráneo, Caspio, Negro y Aral.
Tetis dejó huellas en varios lugares, como la aparición de corales en unos deltas que están a los pies de Sierra Nevada, en Granada. En la misma provincia podemos encontrar calizas grises con sílex, que indican que se formaron a unos 2000 metros bajo el nivel del mar, ya que en esa profundidad el carbonato cálcico se disuelve en el agua y permite que la concentración de sílice, aportado por diatomeas, sea suficiente para formar el sílex, o pedernal.

El Mar Mediterráneo a punto de desaparecer

Durante exploraciones sísmicas realizadas en los años sesenta, para conocer más sobre el lecho del Mediterráneo y las estructuras geológicas relacionadas, se descubrieron lo que parecían ser domos salinos, más tarde se hicieron varios sondeos y se comprobaron afloramientos en la costa mediterránea.
La aparición de alabastro y otras variedades de yeso, que indicaban una regresión del nivel del Mediterráneo, además de la aparición de halita en los sondeos dejó claro un evento, el Mar Mediterráneo estuvo a punto de secarse por completo.
Los estudios litológicos, bioestratigráficos y radiológicos sitúan el proceso de desecación durante el Miozeno tardío, hace unos 6 millones de años. En ese entonces el Estrecho de Gibraltar se cerró, cortando el aporte de agua atlántica, sin el aporte de estas aguas, los ríos de la cuenca mediterránea no pudieron contrarrestar la evaporación, lo que terminó provocando la retirada de las aguas. Finalmente la unión con el Océano Atlántico volvió a abrirse y el aporte de agua restauró el nivel normal.

Las formaciones de evaporitas, por su tamaño y espesor, apuntan a que el proceso de evaporación se ha repetido varias veces, se estima que alrededor de 40. El proceso se explica ya que durante dos millones de años se dieron eventos de compresión entre África y Eurasia, generando un alzamiento de la zona del Estrecho de Gibraltar, que cerraban el Mediterráneo, entre los que se sucedían periodos de erosión, que provocaban la inundación de la cuenca mediterránea. Hace unos 4,5 millones de años la compresión entre las placas se relajó y el nivel del mar subió a nivel global, lo que provocó el cese de los periodos de evaporación en indundación.


 

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